martes, 12 de octubre de 2010

EN CASA DE UNA PRIMA.

ALFONSO FRANCIA.

Sudores costó a la pobre mujer... salvar a su prima. ¡Hechos tan corrientes como tener un hijo de padre que huye! Allí quedó Isabel destrozada, sin atreverse a decírselo a sus padres, sin poder contarlo a los amigos. Ella estuvo rumiando la desgracia que, en otras circunstancias, le hubiera parecido insoportable. Dígase lo que se diga, feminista o no, en sociedad permisiva o no, tener un hijo en estas circunstancias es una tragedia. Pocos te entienden. Nadie te ayuda. A lo más te dan consejos. Todo se le puso fatal. Venció la tentación: no queda más que eliminar al hijo, abortar ¡vamos!, para salvarse de la vergüenza, de los traumas, de la pobreza.

¿Cómo le llegó la noticia a Mary, su prima? Nadie lo sabe, pero inmediatamente se pone en camino y, en un santiamén, se planta en la casa de su prima. Que si eres tonta, que no sabes lo que vas a hacer, que el niño que nace puede ser premio Nobel, que un hijo es motivo suficiente para llenar la vida de muchas mujeres y cuántas querrían tenerlo... ¡Mil cosas le dijo! Hasta le contó que ella también estaba embarazada, que lo pasaba mal y que... lo pasó fatal, pues su Pepe sospchó... ¡fíjate sospechar de ella!...

- No seas tonta, pecados tiene todo el mundo y más gordos, eso de madre soltera, mujer de la vida y otras cosas que se achacan son condenas injustas en el momento y más si señalan para toda la vida... A menudo condenan los que tienen pecados mucho más graves...

Le habló con tal convicción que la buena de Isabel le dijo: "Mira, si hasta mi niño da saltos de alegría dentro. Casi tú eres su mamá, porque yo... hubiera abortado. ¡Menos mal que has venido! Qué suerte, Mary, verte tan contenta, tan saludable, tan buena. A ver si nos vemos y ayudamos. ¡Qué bien si nuestros niños se crían juntos y se ayudan en la vida! ¡Qué Dios te acompañe, Mary, eres un cielo!".

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