martes, 29 de marzo de 2011

LA SILLA.

La hija de un hombre le pidió al sacerdote que fuera a su casa a hacer
una oración para su padre que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote
llego a la habitación del enfermo, encontró a este hombre en su cama con la
cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por
lo que el sacerdote asumió que el hombre sabia que vendría a verlo:
"Supongo que me estaba esperando", le dijo. "No, ?quién es usted?, dijo el
hombre.
"Soy el sacerdote que su hija llamo para que orase con
usted". "Cuando vi la silla vacía al lado de su cama supuse que usted
sabia que yo estaba viniendo a verlo".
"Oh si, la silla", dijo el hombre enfermo. "Le importa
cerrar la puerta?".
El sacerdote sorprendido la cerro. "Nunca le he dicho esto a
nadie, pero....toda mi vida la he pasado sin saber como orar.
Cuando he estado en la iglesia he escuchado siempre al respecto de la
oración, que se debe orar y los beneficios que trae, etc. pero siempre esto de las oraciones
me entro por un oído y salió por el otro pues no tengo idea de como
hacerlo, entonces hace mucho tiempo abandone por completo la oración.
Esto ha sido así en mi hasta hace unos cuatro años, cuando conversando
con mi mejor amigo me dijo: "José, esto de la oración es simplemente
tener una conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas.... te
sientas en una silla y colocas otra silla vacía enfrente tuyo, luego con fe míralo a Jesús sentado delante tuyo. No es algo alocado el hacerlo pues el nos dijo: "Yo estaré siempre con ustedes". "Por lo tanto, le hablas
y lo escuchas, de la misma manera como lo estas haciendo conmigo ahora
mismo". "Es así que lo hice una vez y me gusto tanto que lo he seguido
haciendo unas dos horas diarias desde entonces". "Siempre tengo mucho
cuidado que no me vaya a ver mi hija pues me internaría de inmediato en
la casa de los locos". El sacerdote sintió una gran emoción al escuchar
esto y le dijo a José que era muy bueno lo que había estado haciendo y
que no cesara de hacerlo, luego hizo una oración con el, le extendió una
bendición, los santos óleos y se fue a su parroquia.
Dos días después, la hija de José llamó al sacerdote para decirle que su
padre había fallecido. El sacerdote le preguntó: "Falleció en paz?".
"Si, cuando salí de la casa a eso de las dos de la tarde me llamó y fui
a verlo a su cama me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso".
Cuando regresé de hacer compras una hora mas tarde ya lo encontré
muerto. Pero hay algo extraño al respecto de su muerte, pues
aparentemente justo antes de morir se acerco a la silla que estaba al
lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré. "Que
cree usted que pueda significar
esto? El sacerdote se seco las lagrimas de emoción y le
respondió "Ojalá que todos nos pudiésemos ir de esa manera".

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